No recuerdo muy bien cómo llegó el gatito a casa de tus padres. Tenían un amigo turco, es posible que lo trajera él pues lo llamaron Kedi, gato en turco. Acababan de moverse a un piso minúsculo que tu madre, con pocos medios y mucho gusto, logró convertir en una verdadera "casa de muñecas".
Nos enamoramos todos de Kedi, una pelotita de pelaje totalmente negro con reflejos azulados que cabía en el hueco de la mano. No, no, tú no lo conociste, fue mucho antes de que nacieras.Era demasiado joven para estar separado de su madre, y eso, más tarde, tendría consecuencias.
Tu mamá lo alimentaba con un biberón de muñecas que me hizo sacar de una caja de juguetes aparcada en el sótano. Los dos se entendían de maravilla. Él la seguía a todas partes como un perrito. Cuando ella iba al baño, él también iba directamente a su caja de arenilla para hacer sus necesidades. Cuando ella bebía en la cocina, él también hacía ademán de lamer el agua de su escudilla. Lo más gracioso era cuando ella tomaba un baño, él maullaba y se quejaba hasta que ella lo levantaba y lo ponía en el borde de la bañera. En casa de tus padres las moscas eran efímeras. Si por desgracia una mosca entraba en el piso, no duraba mucho. Kedi la cazaba y deponía cuidadosamente aquel preciado botín al lado de tu madre en cualquier sitio en el que ella se encontraba : sobre la cama, sobre el sofá, sobre la mesa del desayuno ( muy apetitoso ).
Adorable el gatito ¿verdad? ; hasta que se hizo adulto y se volvió loco.
Estaba admirando sus bellos ojos verdes cuando de repente empezó a bufar, a gruñir, a enseñar los colmillos, a punto de saltarme encima.
-" Pero qué le pasa ?" le pregunté a tu madre.
-" Odia que lo miren fijamente a los ojos. "
Ningún hombre podía pasar el umbral del piso sin que el gato lo agrediera. Hasta tu padre fue arañado varias veces al volver a casa. ¿ Qué hacer ? Nada que hacer, hay que castrarlo. Todas las mujeres de la familia estuvieron de acuerdo, los hombres mucho menos. Aun así tu abuelo fue quien pagó la operación. Ahora los hombres estaban a salvo pero la " casa de muñecas " no. El gato estaba cada día un poco más chalado. Arañaba las paredes, las puertas, el sofá. Saltaba sobre los muebles, tirando las alhajas, las fotos, los floreros. Cada vez que tu madre volvía del curro, el caos sísmico le daba un ataque. ¿ Qué hacer ? Ni hablar de colocar la " bestia negra " a otros, a una APA menos todavía.
- " Ya sé ", dijo tu tía abuela que tenía un caballo en una cuadra alquilada en un club de equitación cerca de Duseldorf. "Allí hay un montón de gatos y ningún ratón. Seguro que a la dueña no le importará un gato más.
Y así fue cómo se llevaron a Kedi al campo. Tu madre llorando, tu padre aliviado. ¿ El gato ? Ni siquiera se dio la vuelta para despedirse, el muy ingrato. Fue directamente hacia los demás felinos que justamente se encontraban comiendo. Amistosamente compartieron la comida con él sin remilgos.
Y si es verdad que los gatos tienen siete vidas, entonces allí está Kedi todavía en las cuadras, ocupado en cazar los ratones. Mejor que las moscas, ¿no ?