Aquél día Denise se fue de excursión en barco con su marido por el lago de l'Oeste donde se ubica Hangzhou, la ciudad más admirada por Marco Polo. El comandante anunció, en chino y en inglés, una escala de 20 minutos en cierta isla, una de varias en el recorrido. Puesto que su marido no quiso bajar en ésa, decidió ella dejarlo solo a bordo con su "cartera" y su cámara para así caminar más libremente por el hermoso lugar. Una vez en tierra, miró hacia atrás para mandarle un hola a su marido con un gesto grácil de mano pero se quedó estupefacta viendo la pasarela levantada y el barco alejándose del muelle. " ¡¡¡ Socorroooo, help, mi cartera, mi cámara, mis joyas de la corona, paren enseguida, stop at once, uuuuuh, oooooh!!!", grito saltando y gesticulando hasta que la vio la tripulación que hizo marcha atrás para volver a embarcarla.
Indignada, se metió con el comandante, los stewards y todo el mundo, chillándoles su poca vergüenza de chinos. Los taconazos de sus botas de vaquero del Lejano Oeste sacudieron el barco con fuerza, asustando al mismo diablo, y sus ojos, lanzando llamas, paralizaron a todos los que se encontraron de paso hasta su cometido. Su marido, muy traspuesto por la actitud de su querida esposa (Denise dice "cobarde"), se retiro discretamente a la cabina como si no la conociese de nada. Cuando ella quiso retomar su sitio sobre el puente, ahí su rabia llegó a su punto de climax : un chino ocupaba su asiento. "Levántese, ande, ande, este es MI sitio. This is my seat. Aúpa, aúpa", grito con gestos adecuados al apoyo. El señor comprendió y se levantó sin más. Entonces fue cuando las mujeres presentes, asiáticas todas, montaron un barullo infernal de gritos, de risas, de aplausos. Denise tuvo que posar para varias fotos en grupo con esas damas que no paraban de admirarla. Y, en un inglés de primaria de colegio, ellas le explicaron que en China una mujer logre hacer levantar a un hombre de un asiento, eso era una proeza tremenda.
Denise, una heroína en China.
Tengo una cuñada, originaria de Shanghai, que me ha contado cosas espeluznantes acerca del machismo chino. Su primer marido, por ejemplo, la hacía andar por la calle detrás de él a un metro de distancia. Cuando se cruzaba con conocidos, ella debía guardar la misma distancia, y nunca era presentada. Quizá un día os cuente cómo, mientras ella preparaba una tesis en química, Mao Tsé Tung la mandó a los arrozales durante dos años, separada de su marido, con un bebé atado en la espalda y otro pequeño a su lado, andando en el agua hasta las rodillas. ¡Ah, qué bonita la revolución cultural !
* Título descaradamente emulado de Jules Verne