sábado, 23 de octubre de 2010

MI BELLA VECINA 3 Y PICO

Hace dos días, recibí un correo de madame Michèle Le Pavec, conservateur en chef, Départements des Manuscrits, Bibliothèque nationale de France, que dice :
Madame,
Il s'agit de l'écriture de Dumas père.
Cordialement.
Con la información que nos adelantó Antonio de Castro, me voy a Google y Wikipedia.fr, y si bien encuentro datos sobre Catherine Laure Labay que discrepan un poco, en un punto son todos unánimes : Catherine y Alexandre fueron vecinos. En uno de los enlaces, leo que fueron voisins de palier, es decir que vivieron en la misma planta del mismo edificio, ubicación idónea para una liaison discreta. Suponiendo que la destinataria de la misiva fue mademoiselle Labay, y sabiendo que el fruto de esta aventura nació en julio de 1824, " mi " carta fue escrita antes de la gestación, por lo menos, y con anterioridad más o menos larga según la perseverancia del galán, y la resistencia de la bella.

Ahora, encuentro un nuevo detalle : Alexandre llegó a Paris en el 1823. Tenía pues 21 años. Aún no había publicado nada. Catherine, modesta modista (jooooo), cumplía aquel año los 29. En esta situación precaria, ¿ qué hacer con el retoño ? Aquí también divergen las informaciones. Me quedo con la más plausible : el niño fue colocado 7 años en un orfanato o con una nodriza hasta que los padres lo legitimaron. No se casaron. Se pelearon por la custodia que le fue otorgada al padre.

No os cuento más. No haría otra cosa que repetir lo que ya está escrito.

MI BELLA VECINA 3




Catherine Laure Labay (1794-1868 )








Alexandre Dumas fils (1824-1895 )
Alexandre Dumas père ( 1802-1870 )

lunes, 4 de octubre de 2010

LE BOUCHON

LE BOUCHON

Mon ami, J.P. et moi venons de sortir du restaurant. Depuis plus de 30 ans, J.P. supporte les séquelles d'un accident qui l'a paralysé à 75 pour cent. J.P. est un phénomène. Selon les lois de la médecine, il devrait être assis dans un fauteuil roulant. La force de la volonté ne connaît pas de limite. J.P. marche avec deux béquilles. Je le laisse au bord du trottoir, et vais chercher la voiture. Les touristes sont partis. C'est l'heure de la sieste. La rue est déserte. Il y a de la place pour tout le monde. Je me range le plus près possible du trottoir, et descends aider mon ami. Une vieille bagnole arrive. Le gars au volant klaxonne. Je lui offre mon plus beau sourire, je lève la main à l'indienne, lui signalant ainsi de patienter un instant, puis de la même main je lui montre les béquilles. Ça ne lui plaît pas du tout. Il baisse la vitre, sort la tête, et commence à m'engueuler, à m'insulter, à braire comme l'âne qu'il est. - Non, J.P.,prends ton temps, tout doucement, aucune raison de s'énerver - L'autre continue. Il menace.
J.P. est maintenant bien assis. Je dépose les béquilles sur la banquette arrière. Je ferme la portière. Mais au lieu de me mettre au volant, je m'approche du mec, et lui flanque une gifle magistrale ( Là, j'exagère un peu. Je ne suis pas violente. Malheureusement ma gifle est plutôt molle ). Ah ! La tête d'ahuri ! Une photo que je garde numérisée en mémoire : le chapeau a glissé sur la nuque, les yeux sont écarquillés, la mandibule est pendante. Du coup, il en a calé le moteur. Je tourne les talons. La tête haute, je me dirige à la voiture, prends le volant, et démarre.
- Qu'est-ce que tu lui as dit ? demande J.P..
- Rien.
- Mais, il klaxonne encore.
- Non, non. Ce n'est pas lui. Regarde dans le rétroviseur. Ce connard n'arrive pas à démarrer. Il y a un bouchon monstre derrière lui.
Ahora, más o menos lo mismo en español.
EL ATASCO
Mi amigo, JP, y yo acabamos de salir del restaurante. Hace más de 30 años que soporta las secuelas de un accidente que lo dejó paralizado al 75 por ciento. JP es un fenómeno. Según las leyes de la medicina, debería estar sentado en una silla de ruedas. La fuerza de la voluntad no tiene límites. JP anda con dos bastones. Lo dejo al borde de la acera, y voy a buscar el coche. Es hora de siesta. Los turistas se marcharon. La calle está desierta. Hay sitio para todos. Me coloco lo más cerca posible de la acera, y bajo del coche para ayudar a mi amigo. Llega un viejo carro. El tipo detrás del volante pita y pita. Le regalo mi mejor sonrisa, levanto la mano a lo indio para señalarle que paciente un momento, luego, con la misma mano, le enseño los bastones. No le gusta nada. Baja la ventanilla, sacala cabeza, y empieza a echarme una bronca de cine, a insultarme, a rebuznar como el asno que es. - No, JP, no te apures, despacito, nada de nervios - El otro sigue con el numerito. Amenaza.
JP está ahora bien sentado. Coloco los bastones en el asiento trasero. Cierro la puerta. En vez de sentarme al volante, me acerco al tipo, y le propino una bofetada magistral (Aquí exagero un poco. No soy nada violenta. Por desgracia, mi bofetada es más bien flojita ). ¡Ah ! ¡ La cara de pasmado ! Una foto que guardo digitalizada en la memoria : el sombrero resbalado sobre la nuca, los ojos desorbitados, la mandíbula colgando. Del susto, se ha calado. Doy media vuelta. Con la cabeza bien alta, vuelvo al coche, arranco y nos vamos.
- ¿ Qué le has dicho ? pregunta JP.
- Nada.
- Pero, si sigue pitando.
- No, no es él. Echa un vistazo al retrovisor. Mira la que se está armando. Este gilipollas se ha calado. Hay un atasco enorme detrás de él.