miércoles, 7 de diciembre de 2011

UN ASCO DE PAPA NOËL

PARA GRILLO

Cuando vivía en Düsseldorf (Alemania), trabajaba freelance para una academia de lengua. Fiel a la costumbre de casi todas las empresas alemanas, la directora y dueña de dicha academia nos invitaba a todos los profes a celebrar Navidad con una cena en los locales de la escuela un viernes de Adviento. Si bien nos pagaba peor que mal, hay que reconocer que, para aquel evento, no reparaba en gastos. Los manjares, vinos y licores venían de un famoso Delikatessen. La jefa componía unas rimas para cada uno de nosotros en las cuales, con humor y acierto, criticaba nuestras manías individuales. Cada poema iba acompañado de un regalo tipo perfume o broche o algo por el estilo. Recuerdo que aquella noche me reí muchísimo con la colega española, Jenara de Burgos, y un joven matrimonio de argentinos. En fin, todo perfecto si no fuera por el problema de los medios de transporte. En una noche como esa en la que casi todo el mundo bebe copiosamente, los coches se dejan en casa, los tranvías ya no circulan a esas horas, los taxis hacen el agosto, es decir que no los hay. Uno tiene que ponerse en la lista de espera para poder volver a casa en taxi sano y salvo.

A las 3 de la madrugada, harta de esperar, decidí andar los 2 km que me separaban del centro de la ciudad a mi casa. Ánimo, C.C., es todo recto. La calle estaba desierta, hacía un frío boreal, los primeros copos de nieve empezaban a bailar timidamente en el aire lechoso. Fue cuando maldije el no poseer abrigo de pieles. ¡ Al carajo con los pobres animalitos ! Y varias palabrotas me vinieron a la mente cuando, a medio camino, me encontré con un joven inconsciente, tumbado boca abajo en toda la anchura de la acera. Llevaba tan sólo unos vaqueros y un jersey ; a su lado una bolsa de viaje de lona. Vaya mierda, esas cosas siempre me pasan a mí. En aquella época no había móviles o, por lo menos, yo no tenía. No me atreví a tocar al hombre, podía ser una trampa. Pensé llamar a todos los timbres de los edificios, sabiendo de antemano que, a esas horas de la noche, nadie contestaría. De repente, ¿ una alucinación ? No, no lo era. Un papa Noël salió de un portal. Se estaba quitando la peluca y la barba. No puede ser, éste me lo manda el Cielo.
- Oiga, oiga, hay un hombre desmayado en la acera, ¿ podría Ud volver a dentro a llamar por teléfono o preguntar por el telefonillo a alguien que lo haga. El hombre se morirá de frío.
- No es asunto mío, me contestó secamente aquel asco de papa Noël, y se subió tan tranquilo a un BMW rutilante.
A mí, este tipo de comportamiento me corta el aliento.

Corre, C.C., venga, date prisa, hasta la cabina telefónica hay unos 500 metros, no más.

¿ Verdad que ya lo adivináis ? : la cabina estaba destrozada. Sigue, C.C., poco queda, y si, de tanto correr, te da un infarto, que sea en casa, así podrás llamar a dos ambulancias de un golpe.

Llamé al 112. A los dos minutos, oí una sirena desde la cercana clínica universitaria. Gracias a Dios, ya van para allá.

Este post no es un cuento. No, no tiene final  feliz. Ni siquiera tiene final. No tomé nota de la matrícula del BMW para poder denunciar al Santa Claus cabrón. Tampoco intenté averiguar más tarde cómo se encontraba el joven. No, no es un cuento. Lo siento, Grillo.

9 comentarios:

Ātman dijo...

¡Qué asco! Menos mal que no era el auténtico sino solo un cabrón disfrazado. Las navidades son fechas donde se hacen más evidentes los engaños y se acrecientan las contradicciones, como por ejemplo la de construir un decorado de paz y felicidad talando abetos.

http://cachodepan.blogspot.com/2011/12/de-los-afortunados-infortunios.html

Grillo dijo...

Gracias C.C.

La verdad es que siempre has sido muy cívica. Yo habría añadido un pequeño final a tu vivencia, posible o imaginado.
Por otro lado, actualmente la policía recomienda no involucrarse en casos parecidos porque puede haber trampa o puede el buen samaritano verse envuelto en un lío considerable. ¡ Qué vergüenza !

Personalmente yo me implico ante casos de flagrante necesidad. Digamos que sigo siendo SOLIDARIO casi a cualquier precio.

Felices fiestas (a tí y a todos los blogueros.)

Grillo

C.C. dijo...

Atman, acabo de leer el post de Dante al que no conocía hasta ahora. Le puse un comentario optimista.

Grillo, ¿ Cívica ?. sí posiblemente. Pero tampoco se me ocurrió tapar al pobre hombre con mi abrigo, hasta ahí no llegó mi generosidad. Y no me des las gracias que se me acaba de ocurrir que podría haberte regalado algo más alegre. " Qué fallo, C.C.". Mil besos patí en compensación.

Miroslav Panciutti dijo...

Lamentablemente, la anécdota que narras no creo que sea muy inusual y me temo que lo será cada vez menos. Pese a ello, mantengamos la esperanza de que nuestra especie no se olvide de la compasión y de la solidaridad, sentimientos imprescindibles para poder adjetivarnos de humanos. Felices fiestas (qué barbaridad, ya empezando a decirlo, pero la culpa es de Grillo).

C.C. dijo...

Dante, Miroslav, la anécdota puede relatar algo usual, pero no me digáis que la aparición de un Santa Claus en el escenario no tenga algo de sobrenatural.

Me niego a desearos felices fiestas antes de la semana que viene.

Emmaskarada dijo...

Podria dar para un cuento escalofriante. Ese Santa Claus, creo haber conocido a algunos como él en mis días viviendo en el umbrío Norte europeo. Sé que sonará presuntuoso pero ahora que he vuelto a Madrid la gente me parece más humana, más cariñosa, mucho más interesada en el prójimo ( aunque sea para mal) que en las frias tierras del Norte.
Estoy encantada de haber regresado a Madrid.
Un beso C.C

C.C. dijo...

Ah, Emma, hace tiempo que te lo quería decir pero no me atreví a meterme en tus asuntos. Ya era tiempo que volvieras a España, veras cómo se borrarán esos tristes humores tan tuyos.
Bienvenida, guapa. Un besazo.
PS: con este comentario no quiero decir que lo pasé mal en Alemania, en absoluto. Allí fui muy feliz.

Antonio de Castro Cortizas dijo...

Llevo varias semanas intentando dejar un comentario, pero no lo consigo ni como anónimo, ni desde mi cuenta de google ni desde mi blog. A ver si va ahora desde este ordenador que no es el que uso habitualmente.
Yo comentaba que lo peor es que probablemente el fulano viniera de una fiesta en la que había unos niños a los que haría reír pero que tal vez acabaran siendo unos cretinos a base de presenciar actitudes como esa. Sí que tiene algo de sobrenatural, como una pesadilla rodada por Frank Capra.
Ahora estoy de vacaciones en mi pueblo, cuyos alrededores son especialmente bonitos en este momento del año.
Saludos (inevitablemente) navideños.

Emmaskarada dijo...

Gracias C.C, creo que tenías razón!
Hola Antonio, echo mucho de menos leer tus cuentos... disfruta de tus vacaciones en tu pueblo. Pronto iré a visitarte.